domingo, 16 de enero de 2011

El norte de Roberto Bolaño (fragmento)*

Roberto Bolaño dejó pistas en sus libros de dónde quería que lo fueran a buscar cuando se fuera de este mundo. Como todos los autores, incluso los modestos y los aprendices, el escritor nacido en Chile en 1953 tenía cierta idea de la inmortalidad o de la trascendencia de su obra y su persona. Consciente de ello, Bolaño creó en sus dos últimas novelas publicadas antes de morir (Los detectives salvajes y 2666) un universo autorreferenciado en el que poetas y escritores son a la vez seguidores que emprenden el camino, primero literario y luego geográfico, hacia sus autores favoritos. Así, siguiendo la lógica bolañiana, del mismo modo que un lector tiene derecho a seguir a sus escritores desaparecidos –sobre todo si ha encontrado las pistas dispuestas, según cree firmemente, adrede–, el autor tiene el derecho a elegir dónde quiere que lo busquen después de muerto.

Ni yo, ni la mayoría de los lectores de la obra de Bolaño, conocimos sus textos mientras él vivía, básicamente porque el número de lectores de este autor está creciendo apresuradamente justo después de su muerte. Pero según las reglas del universo creado por Bolaño, el camino –en este caso hacia el autor– es el destino, de lo que se puede deducir que la extinción de un escritor no es motivo para que no pueda ser objeto de búsqueda. En ninguna de las dos obras mencionadas más arriba, el hecho de encontrar al escritor, o de saber que no se le encontrará, resuelve o define la obra: la parte sustancial del libro y lo que más arroja luz sobre el personaje está en el camino hacia él.

Tampoco deja de ser sintomático que las consideradas mayores obras de Bolaño se ocupen de la literatura y los escritores. La pista que el escritor dejó en sus libros tiene una relación directa con su idea de la inmortalidad y con la fuerte carga autobiográfica de algunos de sus personajes que resultan escritores –¿metafóricamente?– desaparecidos, tanto en Los detectives salvajes como en 2666. Además, no hay que olvidar que cuando Bolaño escribía esta última sabía que su muerte estaba cerca.

En la primera de estas dos novelas, dos jóvenes poetas van tras los pasos de Cesárea Tinajero, una poetisa de vanguardia que sin motivos aparentes decide abandonar tanto la Ciudad de México como su labor con las letras y partir hacia su tierra natal, en algún estado del norte de México, después de lo cual nadie que la haya conocido volvió a saber de ella.

En la segunda, cuatro académicos especialistas en literatura alemana se proponen encontrar al escritor Benno von Archimboldi, personaje escurridizo y enigmático que envía sus manuscritos desde diferentes partes del mundo y a quien parece que sólo su editora ha visto en persona, aunque en los últimos años incluso ella le ha perdido el rastro... también en algún lugar del norte de México.

*Fragmento del artículo original, en espera de ser publicado íntegramente en papel.

2 comentarios:

  1. Este comienzo me parece sumamente atractivo. Me ha despertado un gran interés y unas ganas enormes de seguir leyendo sobre este autor. ¿Se ha publicado ya el artículo, íntegramente, en papel? Espero, impaciente, alguna noticia. Gracias.

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  2. Hola. Muchas gracias por tu comentario. Desafortunadamente no hay planes de publicarlo íntegro en breve. No me dejas ningún dato, pero si lo haces te lo puedo hacer llegar. Un saludo.

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