Definitivamente la era de las tecnologías en red no deja que nadie pueda decir que ya lo ha visto todo. Acabo de leer cómo el monstruo de Internet Google y la red social Twitter están ayudando a romper el bloqueo informativo que el régimen de Egipto ha instaurado con el corte de Internet y las señales de telefonía celular o móvil. El sistema, muy sencillo y por eso mismo inteligente, consiste en un número de teléfono fijo al que cualquiera desde Egipto puede llamar y dejar su mensaje de voz, que a su vez es convertido en texto escrito y publicado en Internet, tanto en formato escrito como de voz. Es publicar en Internet sin Internet.
Para seguir segundo a segundo lo que sucede en Egipto literalmente en voz de sus protagonistas, basta con entrar a http://twitter.com/@speak2tweet
Pero, como dice mi madre, piensa mal y acertarás. Qué intención tienen dos empresas multinacionales al apoyar al pueblo egipcio en la revuelta contra la dictadura de Mubarak, de momento no lo sabe nadie. También cabe reflexionar si es ético que las empresas se involucren abiertamente en política. ¿Y si mañana alguna empresa ayuda a un régimen dictatorial, también estará bien visto por la comunidad internacional? ¿Las empresas también pueden tener una orientación política y tomar partido, sea cual fuere?
Tal vez estamos siendo testigos de una nueva era de politización (interesada, cómo no) de las empresas, en la que ser de izquierda o de derecha sea como ser emo o flogger, o como ser del Barça o del Real Madrid. Tanto monta, monta tanto, dicen por aquí.
Una era, ya no tan nueva, en la que lo importante es que te identifiques con la marca y lo que dice representar, y al fin y al cabo, lo que importa es que compres y uses todo lo que te hace sentirte de ese bando. Mejor dicho, una comercialización de la política, de ese espíritu sectario y antagonista que nos mueve hace milenios. Así que si ya lo llevamos dentro, ¿por qué no sacarle provecho económico?, ha pensado algún listillo. Y parece que funciona de maravilla.
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