miércoles, 28 de marzo de 2012

No me lo puedo permitir

Ilustración: Vicente Blasco / www.escritosenelviento.com

Mañana, 29 de marzo de 2012, hay convocada una huelga general por los dos sindicatos que aglutinan a prácticamente todos los trabajadores sindicalizados de España. Que se hayan decidido a convocarla dice muchas cosas en el plano político, pero a los ciudadanos tampoco nos hacen falta para protestar por la pérdida de derechos fundamentales. Razones sobran.

Hay 4.700.000 personas desempleadas a febrero de 2012, luego de aumentar por siete meses consecutivos.

Los españoles siguen emigrando y ya son más de 1.800.000, casi la cuarta parte en Argentina y con asombrosos incrementos en países como Cuba y Ecuador. Otros destinos principales son Venezuela, Francia, Brasil, Alemania y Suiza.

El mejor plan del gobierno español, que es recortar gasto, se ha contagiado a la iniciativa privada y es el momento perfecto para que empresarios de todo tamaño y pelaje se acojan a los expedientes de regulación de empleo (ERE) y sigan funcionando con menos gente más precaria.

Desde el 12 de febrero, un empleado puede tener contratos temporales, uno tras otro, de manera indefinida. Hasta ahora, después de dos contratos temporales, la ley exigía al empleador hacer un contrato indefinido al trabajador.

Los periodos de prueba, que eran de tres meses, ahora pueden ser de entre seis meses y un año.

Y aun así, hay miles de personas que te dicen que "no se pueden permitir" hacer huelga. Ni siquiera los que saben casi con certeza que estarán en la calle el mes siguiente.

Yo, lo que no me puedo permitir es quedarme en la oficina para no perder 50 (eso sí, valiosísimos) euros, cuando lo que está en juego es el bienestar de nuestros próximos años, en una o en otra empresa. 

La huelga no es para los parados, sino para los que tenemos un trabajo y tenemos el deber de hacerlo, no por otros, sino por nosotros mismos. 

El que no sea capaz de defender su futuro inmediato y el de su familia por un día de salario, no es capaz de defenderse de nada. Y tal vez la derecha de este país ya lo intuye...

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