jueves, 20 de enero de 2011

Otra vez el mundo al revés

Será que el modelo de sociedad productiva que nos han hecho adoptar está hecho así, para ser cíclico, en constantes altibajos, pero algo parece indicar que las economías del mundo están sufriendo cambios tal vez más profundos que los de una simple crisis de aquellas de finales del siglo XX en Latinoamérica (1982, 1994 y tantas otras). Parece que están pasando cosas que ni los llamados expertos -esos que que manejan nuestros bolsillos desde lo más alto- vaticinaban.

En plena crisis mundial, cuando Europa está nerviosa por la estabilidad del euro y sólo Alemania ha logrado sacar cabeza con firmeza, y mientras China se consolida ya como la potencia que se veía venir hace años, en el continente americano suceden verdaderos milagros económicos que, hay que recordar, no siempre se traducen en milagros sociales, aunque en este caso parece que sí.

Para nadie es ya un secreto que el Brasil de Lula logró sacar de la pobreza extrema a millones de personas, hay que decirlo, con un programa de izquierdas, llámese progresista, socialista o comunista (por ejemplo, en el ala más conservadora de Estados Unidos). Un hecho incontestable vista la aprobación del 85 por ciento de los brasileños a la gestión del ahora expresidente.

También está Chile y su modelo neoliberal implantado por la Concertación, que era una suma de militantes de todo el espectro político bajo supuestas ideas socialdemócratas. Allí se ha logrado una estabilidad económica sostenida a estándares bastante altos para la región que tampoco es ningún secreto para nadie.

Pero el secreto para el mundo era que Uruguay, ese país pequeñito entre los gigantes Brasil y Argentina, con 13,8 por ciento de población emigrante (483.000 en el exterior y 3 millones y medio dentro del país), ha llegado a este 2011 con 6 por ciento de desempleo y un crecimiento económico de 6,5 por ciento los últimos seis años. Según un reportaje de la BBC publicado ayer, ahora el "problema" de Uruguay, que en 2002 llegó a tener 20 por ciento de desempleados, es que deberá traer mano de obra del extranjero para cubrir la demanda de puestos de trabajo. Y al igual que Brasil, con un programa de izquierdas liderado por el expresidente Tabaré Vázquez, de quien ha tomado el relevo el exguerrillero José Mujica.

Son buenas noticias no sólo para los uruguayos y para los trabajadores de países limítrofes, que podrán encontrar en Uruguay una fuente de trabajo los próximos años, sino para los ciudadanos del mundo, ya que la lección es que no sólo bajo los dictados del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial se puede salir de una crisis (¿con ellos se puede salir de la crisis?). También lo es que no toda la izquierda es igual, y Brasil y Uruguay no dan pretexto a los más conservadores para asustar a sus ciudadanos con los "populistas" de la izquierda.

Como comentaba un buen amigo uruguayo, arquitecto residente en España, al saber la noticia, puede que sea un ciclo de estos a los que nos tiene acostumbrados el capitalismo, y puede que en unos años, tal como le sucede ahora a España, lo que parece un Potosí no sea más que un espejismo en el desierto, pero lo que es cierto es que, teniendo conciencia de ello, se puede aprovechar el presente sabiendo que no será para siempre porque, en cualquier momento, casi con toda seguridad, el mundo se nos pondrá, otra vez, al revés.


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